Decimos cinco pero en realidad podrían ser cinco millones, el arte es beneficioso para los niños por tantas razones que, ¡cuando acabéis de leer el artículo saldréis disparados a comprarle rotuladores nuevos a vuestros hijos!

Vamos a ver qué tipos de desarrollo, (¡y cuánto!) fomenta el arte en los más pequeños así que…¡empecemos!

1. DESARROLLO COGNITIVO

Aunque el arte plástico no se basa en la habilidad verbal con el simple hecho de hablar de sus obras de arte, los niños ya experimentan un gran desarrollo en su vocabulario y lenguaje. Si añadimos a esto el conocimiento que aporta esta disciplina sobre cantidades y orden, números, clasificaciones y representación simbólica, por citar algunos, es inevitable comprender que el proceso creativo estimula enormemente ambos lados del cerebro.

¿Sabíais que se han realizado investigaciones científicas al respecto? Un estudio realizado por la Facultad de Educación de la U.C.L.A. (Universidad de California, Los Ángeles) demostró que el arte juega un papel fundamental en el aprendizaje de la lectura, la escritura y el cálculo.

Los niños que hacen arte, tanto plástico como música o danza, no sólo leen mejor, sino que también sacan mejores notas en matemáticas y en ciencias. De ésta misma manera lo atestiguaron los resultados mostrados en  la publicación científica Nature sobre otra investigación llevada a cabo en Rhode Island en 1996. ¿Qué de qué iba? Pues cogieron a un grupo de niños entre cinco y siete años que iban retrasados en todas las asignaturas de clase en relación al resto de sus compañeros,  después de impartirles una hora adicional de música a la semana vieron que siete meses después habían alcanzado el mismo nivel de lectura y les habían sobrepasado en matemáticas! ¿No es alucinante?

2. DESARROLLO FÍSICO

Ahora que hemos visto algunos de los beneficios que tiene el arte para las pequeñas grandes mentes de los niños, vamos a los beneficios que otorga a sus cuerpos.

La concentración que interviene tanto al crear como al contemplar arte ayuda a los pequeños a prestar más atención al espacio físico que les rodea, reforzando así sus nociones de relación espacial. 

En cuanto al proceso creativo, éste potencia la motricidad y lateralidad, incrementando el desarrollo de la coordinación mano-ojo, así como el desarrollo de los músculos más pequeños que intervienen en el trabajo. El arte estimula además el desarrollo perceptivo de los niños, la percepción de formas, color y espacio, y aumenta notablemente su sentido del ritmo. ¡Crear es como ir de fiesta!

3. DESARROLLO PERSONAL

Cuando un niño se pone a crear, su autoestima y autoconfianza se ven incrementadas automáticamente una vez ven el resultado de sus obras. A esto, podemos sumarle la sensación de libertad que invade a los pequeños al encontrarse expuestos al infinito de posibilidades que les ofrece el proceso creativo. A través de la exploración de estas mismas, descubren nuevas visiones y eligen dónde va su mirada al crear, esto les conduce al encuentro de su propio gusto y afinidad. Así empiezan a forjarse una propia opinión, contribuyendo en la formación de su personalidad.

Cuando crean es inevitable reflexionar, ya sea sobre sí mismos y/o sobre el mundo que les rodea, ganando así una valiosísima consciencia de sí mismos y de los demás, lo cual nos conduce directamente al siguiente punto.

3. DESARROLLO SOCIAL

El arte proporciona medios para atravesar estereotipos, barreras y otra clase de prejuicios, fomentando un bello sentido del respeto por el entorno y los compañeros. Por otro lado, facilita la interacción social al incentivar el diálogo a través de sus obras y explicarlas, contar de dónde salen y qué significan y después, cuando es el turno del otro, fascinarse descubriendo las elecciones de los demás, respetándolas de la misma forma que lo hacen con las suyas propias. Creando y compartiendo, comunicándose y escuchando, la consciencia colectiva de los pequeños experimenta un enorme desarrollo.

4. DESARROLLO EMOCIONAL

¿Y qué sería del resto de beneficios sin éste? Damos por sentado que los niños son más libres, más despreocupados, que todo les resulta más fácil, y con todo, podríamos referirnos simplemente a vivir. Aún así, a pesar de la gran verdad que hay detrás de este hecho, también es cierto que gran parte de esto viene dada por su vulnerabilidad, por su confianza e inocencia.

¿Por qué los adultos envidiamos tanto a los niños?¿Puede ser que pase porque creemos que en algún momento dejamos de serlo?¿Y cuándo nos sucede esto?, pues precisamente de pequeños.

Debido a la cantidad de expectativas y presión que hay en nuestra sociedad, los niños también sufren, temen y sienten ansiedad acumulada día a día o en algunos casos a raíz de ciertos acontecimientos determinados. La infancia es, por lo tanto, un indicadísimo momento para centrarse en el arte, altamente útil y recomendado para entrar en un estado de meditación e introspección que aporta el beneficioso relax que tan bueno es fomentar a una temprana edad.

Emocionalmente crear tiene beneficios maravillosos. Los niños experimentan una gran diversión cuando están creando su propio arte y, la diversión, incrementa los vínculos afectivos, ya sea solo o en compañía. A esto le podemos añadir cómo el acto de crear potencia la comunicación con los padres, que pueden conocer más a sus hijos, escuchándolos hablar de sus creaciones, gustos e intereses. También, se potencia la comunicación con uno mismo, ya que el arte ayuda a expresar el mundo interior, ofreciendo además la propia visión del mundo sin miedo, alcanzando así madurez psicológica.

Pero eso no es todo, el proceso creativo aporta la sensibilidad implícita en la expresión de todas estas emociones y sensaciones de la forma más sana, llegando a descubrir algunas inconscientes y ganando así una llave mágica para la transformación y la elevación.

Así pues, queridos mamás y papás, el arte básicamente nutre el alma humana, ¿sabéis que siempre hablamos de los superpoderes del arte…?, pues bien, ahora también sabéis que no lo hacemos metafóricamente, es literal. Usemos una metáfora para terminar: para que vuestros hijos vuelen felices, simplemente enseñadles que tienen alas. Es tan fácil como esto.

Texto : María Porras Calduch, ilustradora y copy con “Superpoderes” del equipo Plom.

Fotos : archivo Plom.